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Contaminación

Contaminación
Santiago busca el aire limpio
 

Por Gustavo González*

Menos autos particulares y más transporte público es el eje de la nueva ofensiva por la descontaminación de Santiago de Chile, capital de más de cinco millones de habitantes, que es una de las ciudades con mayores índices de degradación del aire en América Latina.

SANTIAGO.- Menos autos particulares y más transporte público es el eje de la nueva ofensiva por la descontaminación de Santiago de Chile, capital de más de cinco millones de habitantes, que compite en América Latina con México y Sao Paulo en cuanto a índices de degradación del aire.

Las flamantes regulaciones del “Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica” incluyen vías segregadas, exclusivas y reversibles para los buses, incorporación de nuevas tecnologías y extensión de las restricciones a la circulación de vehículos que usan gasolina sin plomo.

Aunque algunos sectores las consideran arbitrarias e insuficientes, las medidas anunciadas en marzo por el gobierno de Ricardo Lagos, están dando frutos, según las autoridades.
Se destinaron varios ejes viales exclusivamente al transporte público en los horarios de mayor circulación, y se crearon vías para los buses en la Alameda Bernardo O’Higgins, la principal avenida de Santiago.

De ese modo se redujo 20 por ciento el tiempo promedio de viajes de los usuarios de auto particular, según el gobierno.

Desde los años 80, Santiago de Chile ha cubierto sucesivas etapas en la batalla contra los contaminantes que la población tiende a considerar perdida cada invierno, cuando episodios críticos determinan el aumento de las afecciones respiratorias y masifican la concurrencia a centros de asistencia.

En la última década se acentuó la restricción a la circulación de automotores, se retiraron buses y automóviles antiguos y se incorporó la gasolina sin plomo.

Se obligó, por tanto, a renovar el parque de vehículos, para ampliar el uso de la gasolina sin plomo, que contamina sólo 20 por ciento en comparación con el combustible convencional, y fueron modificados los topes para decretar episodios de alerta, preemergencia y emergencia ambiental.

Según un informe de Greenpeace de 1992, la atmósfera santiaguina recibía 440 mil 661 toneladas de contaminantes al año, lo cual equivale a que cada habitante de la ciudad fume siete cigarrillos cada día.

En la medida en que se eliminaron o moderaron otras fuentes de emisión de sustancias nocivas y de que el parque automotor siguió creciendo, se llegó al balance actual: se considera que 1,6 millones de automóviles particulares y de alquiler son responsables de 53 por ciento de la contaminación de Santiago de Chile.

Con base en una consulta popular y voluntaria realizada en mayo de 2000, y luego de una larga batalla legal que aún no termina, el gobierno decidió extender la restricción de tránsito de vehículos a los automóviles adaptados a la gasolina sin plomo.

La medida, sin embargo, se limitó a los episodios de preemergencia y emergencia ambiental, y dejó fuera los casos de alerta, que son los más frecuentes y menos críticos.

A comienzos de mayo, 19 senadores derechistas presentaron un recurso ante el Tribunal Constitucional para que anule esta regulación, calificándola de anticonstitucional, arbitraria, atentatoria contra el derecho de propiedad e ineficaz.

Para los grupos ambientalistas, en cambio, el trato a los vehículos impulsados por gasolina sin plomo es aún benévolo, porque son fuente de polución tanto como los convencionales en lo que respecta al polvo en suspensión, que se levanta en calles no asfaltadas, y contaminan más en lo que respecta al ozono a nivel del suelo.

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